Nunca me gustó aquella casa. Llegamos arrastrados por el hambre; sería temporal.
En uno de mis primeros recuerdos veo llegar al General: traía una jaula enorme. Dentro, un ruiseñor. El pequeño se levantó y bajó corriendo, se abalanzó sobre él y se puso a dar vueltas alrededor de su regalo; el viejo sonrió satisfecho y señaló la puerta: «Siempre cerrada, estos animales tienden a escaparse».
Mamá me llamó, nerviosa. Al Señor le molestaba que el servicio anduviera por allí, ¡suerte que no se enteró! Después nos acostamos. Al alba volvieron los ruidos, el miedo se metía entre las sábanas y ella me abrazó. Pasaría pronto. Después cantó el pájaro, su trino cada vez más apagado, hasta que dejó de oírse. Murió el mismo día que papá; fueron los ruidos, de eso estoy seguro, y el miedo a la madrugada. El niño murió después, fue trágico. Nada se supo.
Años más tarde, frente a la tumba de papá, intenté recordar los hechos como fueron. Un niño limpio y rollizo contempla un ruiseñor mientras su abuelo, de verde y con medallitas, ordena un fusilamiento. No muy lejos, en un cuarto húmedo, un hombre cuenta sus días y escribe cartas, frases sueltas, hasta una nana. No deja de toser. Y en la cocina, una mujer morena pela cebollas y despluma un pajarito. Luego veo a un niño escondido entre las sábanas; se tapa los oídos. Después, empuña un arma.
Cristina Requejo ©
13 comentarios:
¡¡Que relato Cris!!, uffff fascinante, me ha subido un escalofrío desde la punta de los pies hasta la punta de los dedos de las manos, y me he quedado literalmente alucinado, mi enhorabuena!!! ¡¡¡un abrazo!!
Me encanta ,creo q tienes madera para esto sigue escribiendo que nosostros seguiremos leyendo tus historias,felicidades
Miguel Hernández ahí ,metidito sin querer. Buen guiño al lector !!! Saludos , cristina !
Un gran relato Cristina , con ésta historia podemos imaginar muchos de los escalofriantes y trágicos sucesos de la época.Escribes muy bien , felicidades.Espero seguir disfrutando con tus escrítos!
Empiezo a intuir tu estilo pero todavía me cuesta prever el final como siempre genial. ¡Enhorabuena Cristina! Me encantaría traducirlo para mis amigos de la bota...
Miguel Hernández, Al alba, Matar un ruiseñor... Es perfecto.
Bueno hasta decir basta. Cris, enhorabuena . Me has dejado muda .
MARAVILLOSO, ;)
Gracias a tod@s.
Bastante efectivo, certero en lo que dice, más aún, en aquello que insinua. Abandona la musicalidad, vuelve precisas las palabras y el resultado es que nos quedamos continuando con la fantasí del cuento mucho después de haberlo leído.
Bien Cris Bien¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ ya lo han dicho todo, no puedo añadir nada más. Lo mío son sólo sensaciones de una vida, de la mía. Lejos muy lejos de tu escrito. Besos.
Cristina, me has embelesado el alma; subliminalmente bello, poéticamente alusivo. Tus palabras rebasan murmullos que anidan aquí en nuestra sangre y emigran allá hasta Orihuela: la casa perpetua del hombre Poeta. Vine invitado por un bello ángel, un día mis alas sentirán sus alas.
Fausto, ese día es hoy. Te quiero tanto...
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