Llevaba más de 15 minutos mirando la flama de la veladora, como queriendo moverla con el mismo vaivén y al compás sus pensamientos. No era psíquico, no era vidente pero quería algo mágico; ver en la llama, saber si las ánimas le contestaban con un movimiento diferente —o indiferente— o alguna elevación.
El grito de una mujer lo distrajo. Cada vez que metía un tipo nuevo a su casa, y seguro se lo tiraba , gemía y gritaba como gata en celo y sumaba una rayita más en su lista de orgasmos —fingidos o no, a quién le importa—, pero a él le gustaba rayar ese muro al que llamaba “los lamentos placenteros de Tula”.
Se tiró a la cama imaginando la escena: ella, desnuda encima de un tipo gordo y asqueroso y gritando: «pinche Tula, como le gusta el escándalo».
Los vecinos se quejaban pero a él, sinceramente, le parecía un ritual, el pan nuestro —suyo, de ellos—de cada día. Además, el muro se veía hasta bonito con las rayitas de colores: dependiendo de la intensidad del grito variaba el color. Parecía un cuadro abstracto o cualquier dibujo pintarrajeado por un niño; o sea, un cuadro abstracto, estúpido e inútil como el de un preso que descuenta los días para su abstracta, estúpida e inútil libertad.
El pabilo de la veladora se consumía como la esperanza de tener una señal. Encendía una tras otra para que no le faltara luz en el supuesto camino que une a los vivos y los muertos a través, gracias, mediante a esa luz al final del túnel. Mamá murió ayer y a lo mejor todo esto no son más que mitos; pero, mamá murió ayer.
No le parecía ningún sacrilegio escuchar a Tula mientras pensaba en su santa madre, eran mujeres al fin, ¿no?
Tula cogía, gemía, fingía o disfruta mientras él se terminaba el último cigarrillo de marihuana que pudo conseguir con el sueldo que le dejó su penúltimo sueldo del bar de la esquina, donde nadie le dibujó un corazón en la espalda.
Ya no le hacía el mismo efecto, sólo se relajaba. Aburrido de Lola puso un CD de Sabina: «Hotel dulce Hotel, hogar, dulce hogar». Era su preferido. Recordaba perfecto la vez que llevo a su amante a la playa, siguió las instrucciones de la canción, le regalo un liguero y no le quedó. Ella tenía las piernas tan largas y tan llenas que se limitaron a su desnudez. Se sentaron en la terraza: Sabina de fondo y el mar en primer plano, fumando hash, tocándose las manos, jugando a sentirse con los ojos cerrados, aprendiendo a dejarse llevar por sensación de la droga, o de la noche.
Pero el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos y Tula se quedó callada y el CD se repetía.
En la mañana, mientras Tula apagaba el furor nocturno mordiendo un chile habanero para acompañar su desayuno en el bar de la esquina, los parroquianos comentaban la suerte su vecino: «dicen que murió quemado, pero yo creo que la casa se le cogió candela de tanta esperanza».
Alicia Álvarez ©
20 comentarios:
Mejoras Alicia, que gusto me da, no desistas.
besos Lily, que gusto que te agradó.
Ygracias a Don Carlos, me quito el sombrero!
Al Lupe Ramos, le encantaría eL titulo y a mí, me gustó el relato!
Hola Alicia, me gusta mucho. Buen cuento, me atrapó
Alicia muy bueno, me gusta mucho, me parece muy visual, muy de olores y sabores... y el tacto por supuesto.
Muchas gracias, a todos, que bueno que les gustó!
Besos y abrazos
Alicia, me gusta mucho tu escritura, cómo narras. Y el mundo que has creado en un relato!!
Gracias Bea...me inspiró de verdad estar viendo la flama de la veladora de que le tengo puesta a mi madre que acaba de fallecer...Besos
La literatura del boom murió hace unos veinte años. Después de los epígonos (las allendes esquiveles y otras horteras) sólo queda lo kitsch: imitación superficial, retórica y burda de un estilo difunto.
Si encima hay lamparitas lunares para convocar o no a los espíritus o espectros sin venir a cuento y encima los protagonistas fuman porros y -lo que es insuperablemente peor- escuchan las canciones horteras de Sabina es ya para vomitar. pero para eso prefiero la manzanilla.
O un sal de uvas...no?
Mi más sentido pésame po tú Madre y pérdona mi frivolidad de antes.
Es acojonante que se llegue al insulto hacia una persona que lo único que ha hecho es comentar o criticar un relato. No sé si esa Cristina es la Cristina que también escribe relatos en este Blog pero, independientemente de eso, es una bajeza por tu parte, Alicia. Siento tener que decirte esto, chata.
Gracias, Jose; gracias Lunacanela. Por cierto, Luna, no entiendo lo que dices acerca de que se te está vetando. En este BLOG no se veta a nadie, así que, explícate mejor.
Gracias, Alicia. Haciendo caso a tu recomendación me he comprado otra vida. Con "mi nueva mirada" he releído tu cuento y no me queda otra que felicitarte; no sólo me gusta el argumento, sino que además creo que es original en la forma. Me ha gustado el estilo, y el guiño de Sabina (al que adoro) me parece perfecto. Siento que "con mi vida anterior" te haya hecho perder los papeles, de veras que lo siento. Todos tenemos días malos, supongo que ayer, por lo que fuera, el tuyo lo era. Saludos.
Bueno, sigo opinando que las críticas se están sacando de contexto. Si es "un juego", personalmente no me agrada y no lo veo apropiado. Dicho esto, mejor dejo de opinar.
Las críticas (y os lo dice alguien que vive expuesto a ellas día a día por su profesión) deben empezar a preocuparnos cuando empiezan a afectar a nuestro carácter, Beatriz y compañía. He visto que en alguno de vosotros han ejercido la acción de un laxante o de una purga... ¿Estais bien de niveles emocionales? Porque no os queda nada, hijas.
Profe, ponga orden por fas...
¿Afecciones de caracter? ¿Niveles emocionales? ¿Nos nos queda nada? Esto me suena a clase de psicología y en esta ocasión era de la crítica... ¿no? ;)
Aprendí que tengo poca tolerancia a la crítica, la verdad.
:)
Espero que ésto no siga en cadena, porque sino lo siento por mí!!!
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