Pensaba que nuestra relación iba a mejorar con el tiempo. Habíamos quedado en casa y me juré que esta sería la última oportunidad para arreglarlo. Todo preparado. Cuando llegaras no tendrías excusa. Oí el ascensor, me inquieté. A veces vienes de puntillas y descalza —sabes que me encanta—, pero esa venías ruidosa, como con ganas. Ni me moví. Entraste en la cocina. Sudaba. Después, el portazo. Fui a por una cerveza.
¿Y ese puto posit en la puerta de la nevera?
Volviste de madrugada, para variar. Para variar, como siempre, te importa una mierda que me estuviera muriendo se sueño. Me cogiste de la mano —te las sabes todas.
Tenías ojeras y yo unas cuantas dudas. Dije que lo haría, que esta vez iba a ser la última; nunca más.
Por fin amanecía —tú y tu puta costumbre de venir de noche. Bajé al kiosko y después de varias llamadas concerté la entrevista.
No soy feliz, pero la cafetera no necesita musas.
Algunas veces te recuerdo, te imagino puteando a algún otro artista, jugando en cualquier buhardilla, en cualquier suburbio.
Eres tan parecida al resto de mis amantes que, de cuando en vez, me da por pensar que te amo.
Cristina Requejo ©
9 comentarios:
Esta sí que es una pinche musa, como dice el profe. Me gustó. Muá.
Y ahora ¿ qué digo?. BRAVO!!!
Es una putada, que te pille en la cama y no pararse. Me gusta mucho Crisitna.
Creo q te vas superando dia a dia felicidades
Genial....
Quien la sigue la consigue... Y ya la tienes rodeada, mira cómo tiembla.
Joder! Muy bueno.
¿No hay más?
Gracias a tod@s.
Habelos, hailos, Jose; todo se andará :-)
Publicar un comentario