20 jul 2011

Pasatiempo




Fue al sur de Granada cuando empezamos a frecuentar lugares comunes y, aún sabiendo que el amor perjudica seriamente la salud, quedé enamorada del hombre tranquilo. Vivimos días de vino y rosas. Nos quisimos como los amantes del Círculo Polar, sabiendo como sabíamos que el amor es eterno mientras dura...
Pero ahora, que he dejado de vivir mi vida sin mí, aprenderé a vivirla sin él. En este momento en  que nos sentimos como extraños en un tren, me acompañan, a tiempo alterno, dioses y monstruos que me elevan a la gloria y me descienden al infierno en 27 horas.
© Juana Godoy
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