28 sept 2011

Finalistas I Concurso de "Micros en el Micro"


    Como propusimos la semana pasada, convocamos al público a sumarme como miembro del jurado para decidir entre los diez microrrelatos finalistas del I Concurso de Micros en el Micro.Las votaciones recibidas en el blog se tendrán en cuenta como un voto más. Gracias por participar.

   Aquí pueden leerlos y al final de la página encontrarán la encuesta para elegir sus preferidos. Pueden votar por más de uno.

 

Semana 1. Política


Detrás de un gran hombre
    El futuro presidente se retiró a la suite del hotel tras el mitin. Pidió a los escoltas y al personal que se marchasen; era la norma, y nadie le molestaría hasta el amanecer. Una vez solo, se desanudó la corbata, se descalzó y se tiró en el sofá. Realizó una llamada telefónica, y a los pocos instantes, por la puerta contigua, entró un individuo; réplica de él. Lo invitó a sentarse a su lado. No me acostumbro a verte con mi aspecto, le dijo, y entonces la encubierta primera dama se abalanzó sobre él.


© César Socorro

Semana 2. Fantasmas



Mamá no respeta mi espacio físico
    Mamá no respeta mi espacio físico. Entra a mi habitación sin golpear, hace oídos sordos a mis protestas. Ordena a su gusto, va poniendo las cosas en bolsas rotuladas. No la entiendo. Se lo digo. Sigue sin oírme. Tira a la basura mis frascos de colección: el de pelusas, el de mocos, el de uñas. Dice qué asco.

   Mamá no respeta mi espacio físico. No sé qué más hacer para que sepa que ya no soy un niño. Pasa a través de mí y arroja a la basura aquella soga con la que hace dos días me colgué del cuello.



© Leonardo Dolengiewich


Semana 3. Cronopios



La triple A
   —Me llaman Ángela. Confieso que he vivido una identidad equivocada como hembra humana. Soy, y así lo reconozco ante esta Asamblea, una mujer cronopio. Creo en la humanidad, en el sentido común y en la igualdad. Soy capaz de reconocer la tolerancia, la ingenuidad y la creencia en que el futuro se puede cambiar. Reconozco mi incapacidad para demostrar odio o rechazo salvo hacia este recinto infame.

   —Me llamo Andrés y también soy alcohólico.


© Toñi Ramos



Semana 4. Jeroglíficos



Jeroglífico
   Volví después de más del tiempo necesario, tras todas las ausencias voluntarias e involuntarias.

   Ya nada parecía igual en la ciudad que me había visto nacer, que me había visto morir poco a poco.

   Trate de recordar todos los sueños, me empeñé en intentar lo que en otro tiempo fue imposible. 
 
   Busque el modo de descifrar las rutas de la noche en los nuevos callejeros, pero no me tropecé ni con mi sombra. Ya, desorientado, olvidé incluso cual era mi destino inicial, y perseguí entonces quimeras al amanecer.

 Ahora, llevo aquí demasiado tiempo,y sigo igual de perdido.
  
Solución: 1-1,2-19, 3-10, 4-5, 5-1y10 + final

© Helio Ayala



 

Semana 5. Cuentos infantiles



Post it
    Te encanta el rojo y salir de noche. Cuidas de la abuela, vas sola a cualquier lado, no olvidas tu bolso, no tienes amigas, tarareas siempre esa aburrida cantinela y te mueres de miedo por si otro te hace el mismo daño. En serio, mamá, me gustaría saber quién te ayudó a elegir mi nombre. 
 
Un beso, Mafalda.
© Toñi Ramos




Semana 6. El alma



Ni antes ni después
   Los abrazos  del padre Damián y la teoría de Darwin tuvieron mucho que ver. A partir de entonces le fueron familiares palabras como ateo, agnóstico, liberal, progre, izquierdista, laico y  republicano. Las escuchó y sirvió cuanto pudo más que nada por certeza. Por eso cuando estas  descansaron y dieron paso a  enfermedadcáncersoledaddolor, deseó creer. Por supuesto, con toda su alma, durante cinco minutos, creer,  pero no tenía con qué. Y no  lloró, ni suplicó, ni rogó, porque sabe que  en ese Masallá del que oía hablar siempre no iba a existir absolutamente nada.


                      © Toñi Ramos



Semana 7. Internet



Blogs enamorados
   Ella fue la que empezó. 

   Él odiaba la tecnología. Nunca entendió cómo podían gustarle tanto los cachivaches; sentía celos cuando estaba conectada.

   Después de diez años, buscando formas nuevas para aprender, él  también claudicó. Ahora se conecta a diario, perdiendo su vista y su tiempo mientras navega. Tiene compañeros cibernéticos, profesores telemáticos, perfil en facebook, seguidores, avatar. Incluso twittea.

   Los dos tienen blog. A menudo chatean desde habitaciones distintas, se comentan entradas, se envían correos, buscan palabras o emoticonos para regalarse.

   Hasta que se necesitan. Entonces abandonan, por fin, los portátiles desnudos sobre la alfombra o sobre la cama.


© Raquel Romero Luján



Semana 8. Diversidad



Telón y terciopelo
   Llegó taconeando sobre las cinco de la mañana. Lanzó con desgana el bolso sobre el sofá. Se sirvió una última copa. Se planto frente al espejo, por un momento se contempló. El maquillaje había aguantado bien toda la noche, casi le daba pena quitárselo. Se despojó despacio de toda la ropa, como quien deja atrás todos sus sueños. Luego se puso, sobre la piel desnuda, una bata de terciopelo que colgaba tras la puerta del armario. Comenzó a desmaquillarse con ternura, como quien va acariciando el pasado, los miedos que se ocultan tras una sonrisa perfecta, las burlas que se esconden tras el rubor de las mejillas, las lágrimas que siempre acuden a joder el rímel, todo lo que pudo ser y nunca fue una sombra en la mirada… Cuando acabó,  vio al fin todas sus penas dibujando sus arrugas; se dio la vuelta y meó de pié salpicando la tapa. Luego apagó las luces y dio por concluida la función. 



© Helio Ayala



Semana 9. Trenes


La espera
   Habían quedado en la estación, junto a la vetusta vendedora de flores. Él llegó primero. Compró unos lirios y esperó frente al mural de azulejos; réplica de la estación. Caviló que decirle, pero, cansado de esperar, se distrajo observando la imagen. Fue seducido por ella, por los trazos de las vías del tren, por las figuras que esperaban en el andén, por la silueta del dorso de un joven.

   Cuando ella llegó, no lo halló allí. Tan solo estaban la anciana y el grabado de azulejos, donde un joven de espaldas portaba unas flores.


© César Socorro



Semana 10. Espejos



El restaurador
   Sara Wells es una buena hija. Cuando su padre enfermó, me trajo un espejo para reparar; quería sorprenderlo a su regreso del hospital. Me lo enseñó. Por lo visto el Sr. Wells se afeitaba en el instante de su desfallecimiento, y su reflejo permanecía aún en él. Ella me pidió que lo eliminase. Y la lana de acero hizo el resto. Poco a poco, la imagen desapareció de la superficie. Justo después telefoneó su hija sollozando.


© César Socorro










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