Ciudad de México, en el día del Señor de 2 de noviembre de 1571
Y creedme que todo lo aquí
relatado os lo cuento tal y como fue visto por mis propios ojos.
Por increíble que le pueda
parecer a las mentes más civilizadas de nuestra suprema nación, os aseguro que
vi cómo aquellos salvajes adoraban a un ser que ellos creían superior y que
representaban con un monigote antropomorfo tallado en madera, con signos
evidentes de haber sido víctima de crueles martirios antes de su sacrificio.
En su honor, por si fuera
poco con esa muestra de ignorancia, fabricaban brebajes con cactáceas
fermentadas y tomaban ese jugo infame asegurando que por obra y gracia de una
especie de buitre que llaman zopilote, se transformaba en la sangre de su
ídolo.
Vi también cómo torturaban
hasta la muerte a todo aquel que renegara de su fe mediante artefactos
construidos expresamente para tal fin, abusando de la ignorancia de los pobres
que no entendían su idioma.
Doy gracias a nuestro
Señor y Salvador Jesucristo por haberme nacido en nuestra cristiana y católica
España.
Pedro
Moya de Contreras.
Primer Inquisidor del
Tribunal del Santo Oficio para la protección de la fe de la Nueva España.
1 comentario:
Amén...
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