Cuando
desperté todavía estaba aquí, pensando (poco, claro) en la lista que propusimos
en el programa de radio La Libreta donde estamos realizando un Taller-Concurso
de Microrrelatos: Micros a través del micro.
Planteamos
hacer una especie de ranking de autor@s de nuestra preferencia e, ineluctablemente,
supe que la mía iba a ser sobre el microrrelato.
También
creí que iba a ser cosa fácil —y me acordé, por supuesto, de Belascoarán Shyne,
mi detective favorito, y de PIT II—, aunque suponía difícil escoger entre
cualquiera de sus cuentos.
Para
variar, andaba equivocado, queriéndome salvar haciendo revolución desde tu
cuerpo, pero me sirvió (el error digo) para revisar una vez más mi colección de
minificciones favoritas.
Como
decíamos ayer, en la radio, mezclando los temas que hemos venido usando para la
composición de los textos que cordialmente nos envía la audiencia, el top iba a
ser un paralelismo con la Santa Cena, con Jesús y los doce apóstoles, sin
llegar a pretensiones religiosas y, sobre todo, desde el respeto a las
creencias personales.
Jugando
con el paralelismo, el primer nombre que se me ocurrió para la lista fue el de
Onetti. Cuando Gustavo Méndez, entonces, supuso acertadamente que el segundo
sería Cortázar, se me ocurrió ampliar la concordancia y crear mi personal
Trivium. Ya lo escribí alguna vez, y es que mis dioses tienen patas, por lo que
me es imposible dejar fuera a Borges.
A
partir de esta divina e indivisible trinidad, el resto de autores y autoras son
especialistas en el microrrelato, y queda más o menos así (el orden no es
especialmente significativo, pero sí):
·
Augusto Monterroso
·
Ana María Shua
·
Juan José Arreola
·
Luis Britto García
·
René Avilés Fabila
·
Marco Denevi
·
Guillermo Samperio
·
Eduardo Galeano
·
Enrique Anderson Imbert
·
Edmundo Valadés
·
Luisa Valenzuela
·
Ricardo Fuente Zapata
Tal
vez a alguien le suene un tanto incongruente leer en esta lista a Arreola y a
Galeano por sus composiciones atípicas y/o inclasificables, pero ese es
precisamente el motivo de su inclusión. Es lo que suele pasar con artistas cuyo
estilo es tan propio, personas que, como en estos dos ejemplos, viven como
escriben y viceversa.
A
partir de aquí iremos poniendo, como homenaje, textos de esta lista. Espero que
los disfruten y que nos envíen las suyas para leerlas en el programa, a modo de
esos famosos decálogos sobre el cuento.
Aprovecho
para agradecer una vez más la generosidad del Dr. Lauro Zavala por casi todo y
a Baltazar Domínguez de Radio UNAM por la iniciativa de sus Dinocidios radiofónicos.
Vale.
« [...] al terminar de escribirla me sentí en paz,
seguro de haber logrado lo más importante que puede esperarse de esta clase de
tareas: había aceptado un desafío, había convertido en victoria por lo menos
una de las derrotas cotidianas». Onetti, Juan Carlos, «Para un tumba sin nombre», Montevideo, Editorial Arca, 1967, pág.
85.
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